Miércoles 4 de mayo
No he pasado buena noche. Me acosté temprano y me desvelé pronto, muy pronto. Esto me pasaba la noche previa a una guardia. Quizás tenga que ver con la consulta de ayer o que estoy velando la del día de hoy.
La mañana ha sido de rutina. Habré atendido a unos 40 pacientes, la
mitad por teléfono. En la puerta aparece Amparo. Al parecer consultó por unas
verrugas en cuello, que le molestaban y se le enredaban con la cadena y la cité
para vérselas. Cuando le dije que me jubilaba, se alegró mucho por mí y entre
risas y alguna lágrima me recordó que hace unos años, ante la incertidumbre de
una masa en mediastino que estábamos
estudiando, le di mi número de teléfono personal para cualquier duda o consulta
que pudiera tener. No lo recordaba, pero me ha alegrado que ella si lo tuviera
presente Por cierto, nunca lo utilizó...
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